Cara Y Cruz
Regina guardó silencio por un instante. No estaba acostumbrada a abrir su corazón de esa manera. Agachó la cabeza como una niña...
No conozco suicida más exquisito que un poeta. Avivar la herida y usarla como tinta, podría considerarse una eutanasia. Pero le llamamos poesía porque, lejos de matarnos, nos hace sentir vivos. Y eso es un arte.