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  • Foto del escritorMariana Escobar

Venganza Y Expiación


He pronunciado tu nombre entre suspiros

En el dolor de mis quejidos, hundido en el lodazal;

Muriendo de dolor, de desesperación, de frío,

Sufriendo lentamente la cruz de mi martirio,

Abrasado por el fuego de la fatalidad


Y, sin embargo, aún es grato a mis oídos,

Aquel nombre que invoca mi pobre humanidad;

Como lo fuera ayer, en tiempos ya perdidos,

En los que yo ofrecía mi vida ante tu altar


Mas no puedo, por ello, detener el castigo;

Que juré vengarme, con Dios como testigo,

De aquellos que asestaron en mí, herida mortal


Otros desde su tumba ven aquel rostro asesino

Cubierto con la gloria de su traición falaz;

Y yo, que fui engañado, mas he sobrevivido

Que he vuelto de la muerte, aunque enterrado vivo,

Habré de destruirlo, sin contemplar piedad


Por ti, que aún sigues con esperanza tu camino;

Por mí, que he renacido de mi prisión fatal;

Por mi padre amoroso, que no gozó de tal destino;

Por Dios, que me sostuvo para cumplir su Voluntad


(Y avivo, en mis adentros, clamando por su auxilio,

La llama de mi odio, para que sostenga mi designio,

Temiendo sucumbir a tu ruego fatal)


¡Es preciso que me vengue! Catorce años he padecido

La vida que arteramente me supieron arrebatar;

Catorce largos años, que su nombre he maldecido,

Por todo lo que amé, fuese humano o divino;

Por todo lo que nunca habré de recobrar


Mas tiemblan los cimientos del castillo que he construido,

En torno al infortunio que me juré cobrar,

Ante el corazón puro y aquel ruego sencillo

De aquella que amé un día, con devoción voraz


Y, entonces, sucumbo, entre mis desvaríos;

Amansado está el león; el vengador, vencido,

Mi rugir se somete a tu voz celestial


Porque este corazón, que yo creí abatido,

Con sólo una palabra ha vuelto a palpitar;

Cediendo a tu dolor, y rindiendo sus latidos

A los de tu corazón, que llora entre gemidos

Con la cruel inocencia de quien aún puede amar


Y veo derrumbarse todo aquello que he querido

En pago por lo que amé, y que no tendré jamás;

Pues no me arranqué el corazón, cuando hice un voto a bríos

Para vengar la sangre que otros de mí han vertido,

Derramando la suya, hasta verles expirar


Insensato de mí, que aquel error fatídico

Hoy es mi perdición, y por ello he sucumbido,

Pagando con mi vida tu fe y mi debilidad...

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