Yo no quiero que me quiera; porque, de quererme, sé que no me quiere como quiero que me quiera; y porque yo no lo quiero, como parece que lo quiero, por la forma en que quiero que me quiera. De modo que es mejor que no me quiera, y que se vaya, aunque yo no quiera; para así poder olvidarme de quererlo como no lo quiero, y de desear que me quiera, como no es posible que me quiera.
Mariana Escobar
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