El ser humano alcanza vida eterna y redención
Mediante la fe en el Hijo de Dios y el arrepentimiento de pecados
Aceptando la necesidad que tiene de un Salvador (Hch 5.31)
Y que sus actos, como sus pensamientos, han sido malvados.
Si invocamos sinceramente el nombre del Señor (Jl 2.32)
Hallaremos para nuestras almas descanso (Mt 11.28-30)
Pues el Señor es nuestra gloria y nuestra salvación (Sal 62.7)
Quien viene a Él, no será defraudado.
Así nosotros que, por incumplir la ley, estábamos muertos (Ga 3.10)
Y fuimos hallados culpables por nuestras obras de maldad,
Fuimos declarados justos por el Juez Supremo
Y hechos hijos de Dios, por su buena voluntad (Jn 1.12)
Mas he que todo hombre ha nacido en pecado
Desde el vientre se ha formado en perversidad (Sal 51.5)
Ha aborrecido la luz y se ha habituado a hacer lo malo (Jn 3.20)
(Ha cambiado a voluntad lo dulce por lo amargo) (Is 5.20)
Por naturaleza no puede dejar de pecar (Jer 3.23)
¿Cómo podremos, entonces, luego de ser perdonados,
Andar por sendas de integridad
Si por nuestras propias fuerzas no podemos lograrlo
Y no podemos cumplir las demandas de un Dios santo
Quien pide de nosotros su santidad imitar? (Lv 20.26)
Por ello nos ha sido enviado de parte de Dios el Consolador
El Espíritu Santo, quien nos guía a la verdad (Jn 15.26)
Haciendo una obra perdurable en nuestro interior
Para renovar nuestros deseos y nuestra manera de pensar.
De manera que el alma impía que permanecía en rebelión,
Esclava de sus vicios e inclinada a la maldad,
Aprende a aborrecer lo injusto, a deleitarse en la ley de Dios (Sal 119.113)
Y a caminar por sendas de justicia y santidad (Is 35.8)
En las tablas de nuestro corazón y no en la piedra
El Señor su ley santa grabará (2 Co 3.3)
Y nos dará un nuevo espíritu que ya no ande en tinieblas, (Ez 11.19)
Sino que sea sensible a sus mandatos y a su voluntad,
Y que tenga en Él la capacidad de vivir en obediencia:
La libertad de elegir entre el bien y el mal.
¡Ya no somos más esclavos de nuestros deseos pecaminosos (Ro 6.6)
Somos libres para servir a Dios con sinceridad! (Ro 7.6)
Y el Espíritu del Señor se queda a morar en nosotros (1 Co 3.16)
Haciéndonos nuevas criaturas, dejando nuestra pasado atrás (2 Co 5.17)
De manera que podemos estar confiados
En que estaremos en la Presencia de Dios por la eternidad,
Que tenemos nueva vida en Cristo, para caminar de su mano,
Y que Él nos resucitará en el día final. (Jn 6.54)
Mas esto también significa que de nuestra salvación debemos ocuparnos (Fil 2.12),
Y el fruto del Espíritu en nuestra vida desarrollar (Ga 5.22-23),
Renovando nuestra mente de todo pensamiento vano (Ro 12.2)
Y buscando con diligencia hacer de Dios la voluntad;
Pues para hacer buenas obras el Señor nos ha preparado, (Ef 2.10)
Fuimos llamados de las tinieblas para serle sacerdocio real (1 P 2.9)
Y habiendo recibido de Él la victoria sobre el pecado
Ya no tenemos excusa para vivir en iniquidad.
En Dios tenemos la responsabilidad de vivir como pueblo santo
Más también la certeza de que lo podremos lograr.
Pues si hemos creído en el Señor, con su Espíritu hemos sido sellados (2 Co 1.22)
Como prenda de garantía de nuestra futura heredad, (Ef 1.14)
Y de que Aquél que comenzó la buena obra al llamarnos,
Hasta el día de Jesucristo la perfeccionará (Fil 1.6)
No hay una mejor garantía que hayamos recibido
Que el Dios de la vida por voluntad haya decidido
Hacer morada en nosotros, en nuestro corazón habitar
Pues si Aquél que vive en nosotros es el mismo Espíritu
Que levantó de los muertos al Señor Jesucristo (Ro 8.11)
Sabemos que de Él tendremos fortaleza (Fil 4.13) para no caer jamás
Con Él acompañándonos siempre no seremos vencidos
En todo seremos suplidos, nada nos va a faltar (Sal 23.1)
Y así se verá cumplida la Palabra que nos ha dado:
Derramaré mi Espíritu sobre toda carne (Jl 2.28), todos me conocerán (Jer 31.34)
Y a mis ovejas, nadie las arrebatará de mi mano;
Les daré vida eterna y nunca perecerán (Jn 10.27-28)
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